El color azul del cielo está
relacionado con dos elementos: la composición de la luz solar y la humedad de
la atmósfera. Si dejamos pasar un rayo de sol por un prisma de vidrio la luz se
abre en un abanico de colores (fenómeno denominado Dispersión) por Refracción.
Como resultado de esta Dispersión se observa la gama de
colores conocida en el Arco Iris: violeta, azul, verde, amarillo y rojo. El
color violeta es el que se separa más de la dirección del rayo incidente blanco
y el color rojo el que menos. La desviación es máxima para los rayos de
longitud de onda corta (violeta y azul), y mínima para los de longitud de onda
larga (amarillos y rojos), que prácticamente no son desviados. Los rayos
violetas y azules, una vez desviados, chocan con otras partículas suspendidas
en el aire y nuevamente varían su trayectoria, y así sucesivamente. Es decir,
la radiación azul y violeta realiza un movimiento en zigzag a lo largo de la
atmósfera antes de alcanzar la superficie terrestre. Cuando esta radiación
violeta y azul llega a nuestros ojos ya no parece venir directamente de su
fuente, el Sol, sino que llegan de todas las regiones del cielo. Esa es la
razón por la que el cielo nos parece azul. Pero, ¿por qué el Sol aparece de
color amarillo?... Como se ha indicado, la radiación amarilla y roja sufre una
desviación muy baja y llegan, prácticamente, en línea recta desde el Sol hasta
nuestros ojos.
Una explicación más profunda,
pero que alcanza la misma conclusión, requiere basarse en la interacción entre
la radiación electromagnética y la materia en forma de átomos. Por un lado, la
luz es una onda electromagnética y por otro, la atmósfera está llena de
partículas que poseen tienen un tamaño igual o inferior al de la longitud de
onda de la luz incidente (como por ejemplo, átomos aislados o pequeñas
moléculas). En la interacción entre la luz y la materia, la onda luminosa cede
parte de su energía a la corteza atómica de la partícula que comienza a
oscilar. Es decir, la radiación luminosa incidente se debilita al ceder parte
de su energía. Esta energía no se queda almacenada en la atmósfera, pues
cualquier átomo o partícula pequeña cuya corteza se agita, y se acaba radiando en
forma de onda electromagnética al entorno en cualquier dirección. Este proceso de
cesión y remisión de energía por partículas
de tamaño atómico se denomina Difusión de RAYLEIGH (en honor al físico británico y premio
Nobel John William Strutt (1842-1919), tercer barón de Rayleigh). En
su estudio, Lord Rayleigh determinó que la intensidad (I) de la luz dispersada por una pequeña partícula en un haz de luz de longitud de onda (λ) e intensidad (Io) viene dada por:
Dónde R es la distancia a la partícula, θ es el ángulo de dispersión, n es el índice de refracción de la partícula y d es el diámetro de la partícula.
Como
consecuencia de esta ecuación, llegamos a la misma conclusión. La radiación
violeta (con menor longitud de onda) es la más difundida y la menos, será la radiación
roja (por su mayor longitud de onda). El resultado es que la luz que nos llega
desde el Sol en línea recta, al alcanzar la atmósfera se difunde en todas direcciones y “llena” toda la
atmósfera con la tonalidad azulada.
Pero
entonces, el color del cielo debería ser violeta por ser esta longitud de onda
la más corta de todas. No lo es por dos razones:
1.
La
luz solar contiene más radiación azul que violeta.
2.
El
ojo humano es más sensible a la luz azul que a la violeta.
Esta
última idea nos lleva a otro punto interesante. El color del cielo debe de
depender del ojo que mira. En función de las características fisiológicas del
ojo de las distintas especies para captar mayor o menor franja de radiación
solar, el color del cielo se modificará.
Resumiendo:
El color azul del cielo se debe a la mayor difusión en la atmósfera de las ondas
cortas de la radiación luminosa. El color del sol es amarillo-rojizo y no blanco, porque si a la luz
blanca procedente del Sol se le elimina el color azul-violeta, se obtiene una luz de
color amarillo-roja.
En los siguientes vídeos mostramos experimentalmente como la dispersión de la luz (azul) hace que la transmitida sea amarilla-roja. Es lo que se conoce comúnmente como Puesta de Sol Química y se basa en el conocido Efecto Tyndall. El primero de los vídeo muestra el efecto con distintas concentraciones de ácido clorhídrico. El segundo, da una explicación sobre el proceso experimental y su justificación.
En los siguientes vídeos mostramos experimentalmente como la dispersión de la luz (azul) hace que la transmitida sea amarilla-roja. Es lo que se conoce comúnmente como Puesta de Sol Química y se basa en el conocido Efecto Tyndall. El primero de los vídeo muestra el efecto con distintas concentraciones de ácido clorhídrico. El segundo, da una explicación sobre el proceso experimental y su justificación.
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